Se suele escuchar que la historia la escriben los vencedores, del mismo modo que esos vencedores, a ojos de los libros son protagonizados por hombres. Del mismo modo, es, también, un hecho, que en el relato de los tiempos la mujer ha sido trascendental. Desde la democracia, con la consecución del sufragio femenino, hasta el deporte, con mujeres que hicieron historia al pulverizar marcas que han quedado para siempre en la retina del espectador. Asimismo, la ciudad del Pisuerga también ha sido cuna de grandes nombres que han trascendido sus ámbitos, ya fuera el del arte, el de la política o el social.

Así, las fachadas del callejero vallisoletano se han encargado de guardar la memoria de ilustres mujeres para los restos, como es el caso de ‘la madre coraje’, María de Molina, nacida a finales del siglo XIII, y que labró su estirpe en un mundo medieval que giraba en torno al hombre. Reina consorte de Castilla durante algo más de una década, su mandato fue protagonizado por el permanente diálogo y la comprensión entre las partes, algo que se hizo palpable en el Tratado de Alcañices, gracias al cual cesó el ataque portugués, comandado por Dionisio I, y se selló la delimitación entre Castilla y el país lusitano.

Otro de los nombres que visten las calles de Valladolid es el de Concepción Arenal, a quien se debe el recuerdo de uno de sus mantras: “odia el delito y compadece al delincuente”. Letrada como pocos en su época, instruida en el derecho, en el culto al pensamiento y poetisa, es considerada como una de las pioneras del feminismo en el país, así como del trabajo social. Tal era su pasión por las leyes que, como muchas, hubo de hacerse pasar por hombre para poder asistir a la Facultad de Derecho, en Madrid. Entre sus logros, destaca el reconocimiento de la Academia de Ciencias Morales y Políticas por su ensayo ‘La Beneficencia, la filantropía y la caridad’, publicado en el año 1860. Eso sí, el reconocimiento lo recibió bajo el nombre de su hijo, Fernando.

El deporte también cuenta con su sello femenino en Valladolid, refrendado en la calle Miriam Blasco, en honor a la yudoca que se erigió como primera deportista española en hacerse con el oro olímpico en los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona, lo que supuso la primera piedra en el camino femenino del olimpismo español, hace ahora 30 años. Además, su polivalencia se tradujo en su labor como profesora, tras sus estudios de magisterio para, más tarde, dar el salto a la política, como senadora y, posteriormente, diputada.

Son otras las mujeres que visten la ciudad, como el caso de Pualina Harriet, francesa de nacimiento pero que fundó el colegio Nuestra Señora de Lourdes de la ciudad. La filantropía marcaba su caminar y, así, impartió cursos de catequesis en la Parroquia de San Ildefonso, entre otras actividades como clases de alfabetización.

En última instancia, la gran pantalla y las tablas del teatro también han sido testigo de la obra de grandes actrices, como Concha Velasco, que debutó como actriz a la temprana edad de quince años. Su dilatada trayectoria ha sido reconocida en numerosas ocasiones, como en el año 2012, con el Premio Ondas Nacional de Televisión, o el Goya de Honor, en 2013, y el Premio Nacional de Teatro, en 2017. Por su parte, en Valladolid son una calle y un teatro los que se visten con su nombre.

Son todos estos nombres, entre muchos otros, los que durante esta semana se recogen en la sede de la Fundación Rondilla, en la calle Portillo de Balboa, 21, gracias al trabajo y la dedicación de los diversos talleres que desempeña la entidad en el barrio, para mantener activos a los participantes y reconocer, en la semana del Día Internacional de la Mujer, la labor de aquellas cuyas vidas sirvieron y sirven para continuar en el avance de la igualdad plena de derechos entre ambos sexos.