En la legislatura que ahora acaba, el Ayuntamiento ha llevado a cabo diversas actuaciones en el barrio: finalización del parque Ribera de Castilla; arreglo de diversas calles (Tirso de Molina, Portillo de Balboa o Las Moradas); finalización de la primera fase del ARI para los polígonos “18 de Julio” y “25 años de paz”, e inicio de la segunda; o la construcción del polémico puente de “Santa Teresa”.

       Empezando por lo último: Se han gastado más de 14 millones de euros en un puente que va de la nada a ningún sitio, siendo además el más caro de los construidos en la ciudad. Y se ha hecho a pesar de todos los esfuerzos realizados desde la Asociación para hacer comprender al Ayuntamiento que ese puente no era necesario; que nadie lo había pedido y que suponía un gasto inútil en tiempos de crisis y más cuando se están reduciendo todo tipo de ayudas sociales. El dinero se podría haber invertido en la construcción de una escuela infantil, en la rehabilitación del colegio “San Juan de la Cruz”,  en el incremento de las ayudas a la dependencia, o en nuevos aparcamientos.

       El ARI (Área de Rehabilitación integrada) es muy importante para el barrio, ya que ha supuesto la mejora de los edificios tanto desde el punto de vista de la accesibilidad (ascensores), como de la sostenibilidad (aislamiento térmico de las fachadas entre otros elementos). Muchos han sido los millones invertidos por las tres administraciones (Ministerio de Fomento, Junta de Castilla y León y Ayuntamiento de Valladolid), y mala la gestión realizada por parte de la Concejalía de Urbanismo y el VIVA (Sociedad municipal de suelo y vivienda).  La participación ha brillado por su ausencia llegando todo a las reuniones ya hecho o muy atado. No han escuchado las sugerencias que le hemos hecho en relación a diversos temas que nos parecían importantes, incluyendo la creación de una “Ventanilla única” que acercara este programa al barrio. A lo máximo que ha llegado es a informarnos sin que se nos facilitara  ningún documento. Esto no es participación

       En líneas generales cabe decir que esta legislatura ha sido continuista. Continuista en el fondo y en las maneras de concebir el gobierno de la ciudad: autoritarismo, exclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones, desprecio sistemático del asociacionismo, anulación de los cauces de diálogo para resolver o reducir los conflictos, desprecio público de las iniciativas ciudadanas, prácticas de descrédito de personas y organizaciones y una larga suerte de actuaciones (personalizadas fundamentalmente en el Alcalde), que, una tras otra, arrojan un insatisfactorio saldo de deterioro democrático y de utilización casi patrimonial del cargo.

       Por lo que respecta al barrio, parecía que algo iba a cambiar cuando la concejala de Participación Ciudadana, Domi Fernández, al comienzo del mandato, nos visitaba en la sede de la Asociación para, in situ, conocer la realidad de la Rondilla. La creación de un espacio y lugar de encuentro era posible. Puro espejismo. Fue la primera y la última vez que vino. A partir de entonces nunca más se supo de ella. Con el concejal de barrio, Alfredo Blanco, se ha mantenido una reunión anual. En estas reuniones se han tratado todos los temas que afectan al barrio. El dialogo ha sido fluido pero la eficacia de los encuentros ha sido nula, deficiente ya que pocos son los temas solucionados. Los servicios sociales, la educación, las personas mayores son temas importantes y que transcurridos estos cuatro años estamos igual o peor.