CÍRCULOS DE SILENCIO VALLADOLID

Viernes,18 de sptiembre, 20 horas. Plaza Fuente Dorada

MANIFIESTO 18  SEPTIEMBRE 2015

Su nombre es Kinan Masalmeh. Apenas tiene 13 años y espera en Budapest, junto con el resto de su familia, a coger un tren que le aleje del terror que han observado en los últimos meses sus intensos ojos azules. Kinan es sirio, y como miles de sus compatriotas, y dice esto a la pregunta de un periodista, ¿qué pedirías al mundo?:

"Ayudad a los sirios. Los sirios necesitamos ayuda ahora. Parad la guerra en Siria y no iremos a Europa. Sólo parad la guerra en Siria. Sólo eso"

Durante este último mes cada mañana nos levantamos con noticias cada vez más dolorosas sobre la peor crisis migratoria y de refugiados desde la II Guerra Mundial. Personas ahogadas en el mediterráneo, autobuses, trenes llenos de personas, mayores y jóvenes, familias enteras… Las redes de tráfico de personas que han encontrado una mina de oro ante el sufrimiento de la gente, disturbios policiales, gobiernos de diferentes países “haciendo reparto” de personas… ¿hacía falta la foto de Aylan para que la maquinaria del parlamento europeo se pusieran en marcha?

Casi medio millón de personas han cruzado el Mediterráneo desde principios de año, y durante 2015 han muerto en el intento más de 2.500 personas, según el mismo organismo (seguro que a 18 de septiembre son unos cientos de personas más).

Cada día, 3.000 personas intentan cruzar las fronteras de Europa. Mientras se construyen vallas y se endurecen los sistemas fronterizos, la población continúa huyendo de conflictos bélicos que ponen en riesgo su vida y la de sus familias. No hay muros que puedan frenar el derecho de las personas a encontrar un sitio seguro donde vivir.

Asistimos a un creciente discurso tendencioso y xenófobo sobre esta crisis humanitaria que, aún siendo contrarrestado desde organizaciones de la sociedad civil, puede llegar a ser extremadamente peligroso en un momento en el que lo se requiere es potenciar los valores solidarios y la cooperación entre los pueblos como herramientas para garantizar la convivencia. La sociedad europea está demostrando ya su solidaridad con quien llega a nuestras fronteras y son ya muchas las propuestas ciudadanas que en toda Europa ofrecen acoger a las personas refugiadas.

Mientras tanto, desde algunos sectores políticos se ha afirmado que realizar rescates en el Mediterráneo puede suponer un efecto llamada o que quienes llegan a nuestras fronteras son una “plaga”. Se ha demostrado que las personas siguen llegando incluso en ocasiones en las que las operaciones de auxilio han disminuido. Cuando alguien se ve obligado a iniciar un viaje de tales características, la existencia de un barco de rescate no condiciona una decisión que no tiene otras opciones. En cuanto a entender la llegada de estos migrantes y refugiados como una invasión o una “plaga”, cabe señalar que este colectivo supone apenas el 0,027% de la población europea.  Por otra parte, no podemos perder de vista que la migración contribuye al enriquecimiento de nuestros países tanto económico como social y culturalmente.

Antonio Guterres del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, recordaba recientemente que “Europa tiene una clara responsabilidad de ayudar a quienes buscan protección de la guerra y de la persecución. Negar esta responsabilidad es amenazar los pilares sobre los que se construyó con tanto esfuerzo el sistema humanitario Europeo”. Eludir las responsabilidades ante una crisis humanitaria de tales dimensiones, mostraría una Europa que desprecia profundamente sus valores fundacionales de solidaridad entre los pueblos y respeto por los derechos humanos.